La verdad nunca se apaga

La columna vertebral de todo medio de comunicación la constituyen sus editoriales, es decir los principios y opiniones que sustentan y defienden sus editores. En el caso de “Oiga”, la sección editorial tuvo siempre una expresión clara y rotunda, no solo enjuiciando sino dando alternativas. La búsqueda de los ¿por qué? Siempre preocuparon a Igartua y sus colaboradores, sin dejar de lado –por supuesto- el ¿qué?, ¿quién?, ¿cómo?, ¿dónde? y ¿cuándo? que configuran al buen periodismo. Las palabras, como las promesas, suelen ser efímeras en boca de algunas personas; los editoriales de Oiga, en cambio, permanecen aún incólumes, vigentes, con la plenitud de su carga testimonial para incomodidad de muchos protagonistas de la escena política, porque si bien Igartua ya ha muerto su palabra aún vive.

lunes, 10 de agosto de 2009

FRANCISCO IGARTUA - EDITORIAL - LA POSTA DE VELASCO Y EL MENSAJE - Revista Oiga

SE hace ya monótono referirse a la elocuencia del presidente Alan García, ese nuevo encantador de multitudes que los pueblos del Perú han escogido como Presidente de la República. Sin embargo, el pasado 28 de julio, en su Mensaje, volvió el jefe de Estado a lucirse por el brillo de su palabra, la arrogancia del porte, la rotundidad de sus gestos, a pesar de un persistente y molesto resfrío que, en momentos, se hacía casi visible. No cabrían, pues, sino elogios a la forma como el doctor Alan García expuso el balance de su primer año de gobierno y los derroteros que señaló para el futuro. Con la belleza de su oratoria supo también darle fuerza -como san Pablo en la enumeración de sus penurias- al humilde reconocimiento de lo mucho que le queda por hacer al gobierno aprista. No le faltó al Mensaje el adecuado tono autocrítico para que se hiciera más convincente.

Pero no es al orador magistral a quien nos toca enjuiciar en estas líneas de oposición democrática; tampoco al agudo analista de nuestros problemas ni al punzante diagnosticador de nuestros males; sino al gobernante y a la ruta que le ha trazado a la nación.

Y, por desgracia, siguiendo las líneas maestras del elocuente Mensaje del presidente Alan García, sobre todo en el tema que él llama "central" de su intervención, se aprecia una consistente tendencia al control estatal de todas las actividades nacionales; lo que nos trae rápidamente a la memoria la muy cercana experiencia del general Velasco, a la que estuvieron estrechamente ligados varios de los más íntimos asesores del jefe de Estado, participantes al parecer en las notas preparativas del Mensaje presidencial; y de quienes se conocen públicas negativas a aceptar que, a pesar de sus buenas intenciones, el proyecto revolucionario velasquista resultó un gigantesco desastre. Da la impresión que estos señores, igual que varios significativos líderes apristas, consideraran que el fiasco de la "revolución" militar del 68 no se debió a una borrachera de estatismo sino a que no fue suficientemente amplia la intervención del Estado en la economía y en los planes de desarrollo. Pareciera que no fuera vana la sospecha de que en el gobierno del presidente Alan García va tomando fuerza la idea de que las "reformas" de los militares no tuvieron éxito porque les faltó ser más radicales y porque no contaron con la participación aprista; por lo que, ahora, ha llegado la ocasión de reemprender el camino de ese fracaso, cuidadosamente eso si, exhibición de los objetivos, no sea que el recuerdo espante a. quienes siguen dispuestos a poner el hombro y sus capitales en el Perú. Todavía resuenan en la memoria de muchos los aplausos apristas a las "revolucionarias" decisiones del general Velasco, lamentando solamente que se tomaran sin el consentimiento del Apra.

Dirán muchos que exageramos en nuestro comentario y que, al revés, el presidente ha dado muestras en este Mensaje de haber madurado, de sentir el peso de la responsabilidad de ser jefe de Estado, de haber comprendido que el sosiego es mejor consejero que la ansiedad. Y quién sabe no les falte razón a estos críticos de nuestra crítica. Pero si bien es cierto que en el Mensaje se ven amenguados ciertos ímpetus presidenciales y, sobre todo, se advierte que los consejeros velasquistas han tenido que mascar el freno del habilísimo político que es Alan García ¿cómo se pueden explicar las filosofías o ideologías que encierran las claves del Mensaje?

¿Qué es eso de la necesidad de "afirmar una posición antimperialista" para reducir la inflación? ¿Qué significa "desligamos de la teoría liberal e imperialista del Fondo Monetario Internacional", institución de la que somos y continuaremos siendo miembros, igual que distintos países capitalistas y comunistas? ¿Por qué "la desdolarización tiene un claro sentido antimperialista"? ¿Por qué "necesitamos una economía de resistencia al imperialismo" y a qué se debe el que "para afirmar la democracia" el país tenga que ser "claramente consciente de la necesidad de una economía de resistencia nacional al imperialismo"? ¿Qué significa la "propuesta de una economía nacional antimperialista pero democrática" que está entre "los objetivos que ante ustedes ratifico" y por qué "impulsar la agricultura es hacer una verdadera política antimperialista y democrática"?

¿A qué imperialismo se refiere el doctor Alan García, quien por otra parte envolvió su discurso con la palabra revolución, y cuál es la varita mágica del antimperialismo, que baja inflaciones y resuelve los problemas de cualquier pobreza?

Sin duda, de ninguna manera se refiere al soviético, ya que el presidente siempre le pone rostro capitalista al imperialismo y menos todavía al de Pachacútec, Inca con el que se entusiasmó "al evocar su gran destino imperial y la fuerza de su avance... "

La segunda República que con toda humildad está fundando el presidente Alan García tiene al frente sólo un imperialismo.

enfrenta Nicaragua -de allí el compromiso centroamericano del gobierno aprista- y contra el que no supo alzarse la primera República -"centralista y limeña" ni las efímeras Patrias Nuevas que se interponen entre una y otra.

Vemos, pues, que si los jóvenes tecnócratas de Ulloa, empapados en libros universitarios ajenos a la realidad peruana, nos llevaron "sabiamente" al desastre económico que está todavía a la vista, los consejeros del presidente García -también con textos extranjeros en mano y esta vez con el apoyo del radicalismo aprista nos están introduciendo en soluciones ideológicas que ya conocimos del 68 al 75 y que resultaran tan catastróficas y folclóricas como aquellas. No hay cómo dudarlo: son las mismas recetas y los mismos doctores.

Nadie pondrá en duda, por ejemplo, que las siguientes palabras están escritas en el Mensaje presidencial del 28 de julio: "La revolución es un proceso que se desarrolla para transformar el sistema político, económico y social de un país y cancelar nuestra condición de sociedad subdesarrollada, capitalista, oligárquica y sometida a los intereses del imperialismo"... Son, sin embargo, las primeras frases de las "Bases Ideológicas" del proceso "revolucionario" militar que se inició en 1968 y que hasta hoy no se corrige.

El Apra, en lugar de aprender con la historia en los ojos, en vez de sacar lecciones del desastre que significó la experiencia antimperialista del 68, pareciera estar dispuesta a tomar la posta del estatismo velasquista y que aspirara a controlar todas las actividades ciudadanas. Por ese camino, tarde o temprano, sucumbirá a su tentación totalitaria al igual que el proceso militar, que también se ufanó de ser "una revolución en libertad"; terminará en negación de lo que es hoy: una democracia promisora de días venturosos para la República, si se sabe guiar por la sensatez y el realismo y no por embelecos ideológicos antimperialistas. Ojalá que estas líneas, de honesta oposición democrática, sirvan para nuevas reflexiones presidenciales.

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